E n el cuartel del Conde Duque de Olivares, musiquero de las noches madrileñas, te topas con esta pared brillante y misteriosa, enorme.
Si miras bien está formada por naipes y cartulinas doradas, que se agitan con el viento y forman reflejos con los flashes de las fotos que la gente se hace antes de la función.
No hay comentarios:
Publicar un comentario